Tener la duda constante de si estamos sintiendo ansiedad vs. estrés es algo muy común. Si bien ambos son mecanismos de respuesta que tenemos ante los retos que se nos presentan en la vida y comparten síntomas, no son exactamente lo mismo y es importante saber distinguirlos para tratarlos correctamente.
Determinar claramente cuál estamos padeciendo es el primer paso para encontrar alivio y poder manejar la ansiedad o el estrés sanamente. A continuación, revisaremos a detalle cada uno de estos conceptos, sus síntomas y causas; así como algunas claves que te ayudarán a identificar más fácilmente si lo que estás sintiendo es estrés o ansiedad y cómo tratarlo con ayuda de la psicoterapia.
Según la National Library of Medicine, la ansiedad es “un sentimiento de miedo, temor e inquietud” que ruge como una reacción normal al estrés prolongado. Esta condición se caracteriza por una sensación de tensión que puede provocar sudor, palpitaciones y otros síntomas físicos que aparecen de manera inexplicable y que pueden llevarte a sufrir ataques de ansiedad.
Es importante aclarar que la ansiedad es una reacción normal que, como humanos, desarrollamos como respuesta instintiva desde que éramos cavernícolas. Un ejemplo muy utilizado para explicarla es imaginar que estamos en la selva y, de repente, vemos a un león. La ansiedad activa nuestro sistema de alerta y permite que respondamos huyendo; de lo contrario, nos quedaríamos ahí y entonces el león nos comería
El problema surge cuando nuestra percepción de peligro está hipersensibilidad y reaccionamos a situaciones normales como si fueran de peligro.
Los síntomas que se presentan con la ansiedad y el estrés son muy parecidos pero, de acuerdo con el National Institute of Mental Health (NIMH) de Estados Unidos, los siguientes son signos solo de ansiedad que nos pueden ayudar a distinguir lo que estamos sintiendo:
Generalmente, no hay una sola causa que provoque la ansiedad; por lo que es difícil determinar un factor específico que la origine. Es más común que la ansiedad se deba a múltiples circunstancias y que éstas cambien de persona en persona. Algunos de esos factores podrían aparecer de pronto y otros pueden surgir a consecuencia de causas más profundas.
Las posibles causas incluyen:
El estrés es la forma en que nuestro cerebro y cuerpo responden ante los desafíos o las exigencias de la vida. Todos nos estresamos de vez en cuando y esto puede elevar nuestra presión arterial, frecuencia cardíaca y niveles de azúcar en sangre. El estrés puede ser a corto o largo plazo y puede o no transformarse en ansiedad. Por ejemplo, es completamente normal que sintamos estrés antes de presentar un examen en la escuela, tener una entrevista de trabajo o enfrentarnos a nuevos retos.
El estrés puede manifestarse físicamente de distintas maneras, los síntomas más comunes del estrés son:
Las causas que pueden detonar el estrés son muy variadas y corresponden al contexto personal de cada quien. Sin embargo, es común que tengan que ver con:
La diferencia entre el estrés y la ansiedad se balancea sobre una delgada línea. Estamos hablando de dos respuestas emocionales a situaciones complicadas de la vida o retos que nos toca enfrentar. Las principales diferencias entre ambos son las siguientes:
Los dos son esencialmente humanos, pero pueden convertirse en un problema de salud mental si duran mucho tiempo, llegando a impactar negativamente el bienestar y la vida diaria de cualquier persona. El estrés prolongado puede llevarnos al burnout y éste, a su vez, a la ansiedad. Diferenciarlos correctamente te ayudará a obtener el tipo de ayuda que necesitas para recuperar tu tranquilidad.
A estas alturas quizá te estás preguntando cuál es entonces la forma más fácil de saber si lo que tienes es ansiedad o estrés. Los siguientes puntos clave son muy útiles para descubrirlo y saber si necesitas ayuda psicológica:
El estrés puede convertirse en ansiedad cuando no se identifica y se atacan sus causas desde la raíz del problema. Piénsalo así: sufrimos estrés cuando nuestro cuerpo reacciona ante una amenaza externa y, a su vez, el estrés se transforma en ansiedad si nuestro cuerpo no atiende aquello que lo está estresando o si seguimos percibiendo el estresor como amenazante aunque ya no lo sea.
Hay ciertos indicadores que nos ayudan a identificar cuando alguien está bajo los efectos de la ansiedad. Presta mucha atención a las siguientes señales de advertencia y no dejes pasar más tiempo para solucionar las causas de esa ansiedad:
Para manejar la ansiedad es necesario buscar ayuda de un especialista en psicoterapia. Si te das cuenta de que pasas mucho tiempo con estrés, no esperes más porque puede tratarse de estrés crónico o de un trastorno de ansiedad. Recuerda que no tienes por qué enfrentar esto tú solo y que tanto el estrés como los trastornos de ansiedad son comunes y manejables, siempre y cuando tengas acompañamiento y pongas de tu parte para buscar ayuda.
El apoyo y guía de un especialista desde la primera sesión de terapia en línea, te ayudarán para lidiar con los factores que la ocasionan, adquirir herramientas para abordar tus preocupaciones con mayor tranquilidad y enfoque, y a manejar los síntomas físicos del estrés y la ansiedad. Llevar un estilo de vida saludable y hacer ejercicio también son estrategias recomendables para el manejo de la ansiedad.
Si la ansiedad no mejora a través de un tratamiento psicológico adecuado y hábitos saludables, la persona que la sufre experimentará un deterioro significativo en su vida y en su entorno más inmediato.
Una ansiedad no atendida o mal tratada puede complicarse al grado de convertirse en un trastorno de ansiedad o detonar otros trastornos como la depresión o la aparición de enfermedades psicosomáticas, que son dolores o alteraciones orgánicas que surgen sin una causa aparente.
Es verdad que comprender de dónde vienen el estrés y la ansiedad que sentimos y cuál es la diferencia entre ambos no hará que se vayan automáticamente; pero sí es el paso más importante y el primero que debes dar para saber cómo manejarlos sin que deterioren tu vida.
Toma la decisión de hacerte consciente de qué siente tu cuerpo, indagar en sus raíces y abrirte a la curiosidad para encontrar soluciones y evitar ir en piloto automático todo el tiempo, sobreviviendo en lugar de disfrutar tu vida plenamente.
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